
Mientras me preparaba para mis últimas semanas en Sri Lanka hice algunas cosas que había querido hacer por mucho tiempo, pero que seguía postergando porque sentía que tenía todo el tiempo del mundo. Y bueno para no dejar que la nostalgia me agarrara por mucho tiempo, me mantuve bien ocupada durante los últimos meses. Noté que las emociones cuando llegué por primera vez a Sri Lanka eran parecidas a la de mis últimos días, apreciaba cada detalle, cada sabor, cada caminata, cada saludo como si fuera la primera vez, aunque posiblemente eran la última vez que recorría, probaba, recibía y miraba cosas. Y corroboré algo que en teoría sabía: la temporalidad de las cosas siempre te hace apreciarlas más, como cuando estas enamorada, los primeros encuentros están llenos de magia porque no sabes si la emoción va a durar, va a florecer y crecer o no. Así sentía Colombo y Sri Lanka las últimas semanas, sintiendo toda su belleza, con nostalgia ya de todo lo que iba a extrañar y lo que no iba a extrañar ni lo pensaba. Lo que más me impresiona es que pasé dos años en este país que no conocía, en el que nunca había estado antes, lo hice mi hogar, lo disfruté, lo entendí y lo malentendí por dos años, que ya llegaron a su fin y solo puedo pensar que todo pasó muy rápido. Entre la nostalgia y despedidas de mis amigos y de mis lugares y actividades favoritas, aproveché para hacer cosas nuevas.
Empecé por atreverme y comer un poco de comida rápida callejera que previamente me daba un poco de miedo, pero después de dos años y de algunas indigestiones y virus estomacales me atreví, me sentía fuerte y preparada. Lo primero que hice fue ir a comer Kottu Roti uno de los puesticos frente al mar en le Galle Face Green. Después de caminar con la brisa marina y de darnos cuenta que hay dos puestos de comida con nombres igualitos nos decidimos por el primero, extrañamente los meseros pelearon en Cingalés por nosotros, creo que reciben comisión por atraer clientes. Después de pasar la incomodidad del momento, nos sentamos y ordenamos. El kottu rotti es como un arroz frito con vegetales o carnes, pero en vez de arroz tiene pedazos cortados de Roti que es un tipo de pan. Lo cortan en una plancha con utensilios de metal y al hacerlo casi parecen que estuvieran haciendo música, suena como unos tambores. El pan queda tan delgado que por mucho tiempo pensé que que era un tipo de tallarines. Ir a comer Kotu Rotti en el Galle Face Green es una de las cosas populares que hacer en Colombo en cuanto a comida callejera.
Te puede interesar: “Una tarde local en Colombo: Galle Face Green”